Aunque es una tradición que gracias al interés de los mozos y mozas actuales se sigue manteniendo, la tradición de "Pinar el Mayo", se remonta hasta la noche de los tiempos.
No se trata de una tradición local, sino que supera el ámbito regional e incluso nacional, ya que se encuentra intimamente emparentada con Los Palos de Mayo en Suecia, el Waber de Babaria y otras similares en el Reino Unido.
Hay que remontarse hasta la noche de los tiempos para encontrar un sentido a esta tradición. Los cultos del ser humano durante el Paleolítico dan un carácter de divinidad a los árboles, como morada de espíritus. Al hacerse sedentarios durante el Neolítico, dentro de los asentamientos siempre colocan un gran arbol en el centro de sus aldeas, a fin de que los espíritus puedan vivir entre ellos, y así proteger sus cosechas,el ganado, y mantener la fecundidad de las mujeres. De esta misma raíz deriva el "Arbol de Navidad", que los pueblos del Norte colocan en el solsticio de Invierno, para protegerlos de las noches perpetuas del invierno ártico.
Pero los pueblos celtas y mediterraneos empiezan a colocar el arbol justo al principio de Mayo, estallido de la vegetación, al alegría, el amor y las fiestas.
Con las civilizaciones greco-romanas, la colocación de los árboles protectores se fija en torno a las celebraciones de las fiestas en honor a Ceres (diosa de la agricultura), Pales (dios de la ganadería), y Maia (diosa de la fertilidad), todas ellas entre finales de Abril y principios de Mayo.
En la cristianización de nuestros territorios, la colocación del Mayo se centra en la celabración de la Virgen de Mayo (La Virgen de Galindos, en Cabizuela).
Y así, desde hace varios siglos, los mozos y mozas de Cabizuela dan rienda suelta a la alegría para colocar el Mayo, y así dar gracias a la vida y al inminente comienzo de un nuevo Verano.
1 comentario:
joder fernando que bueno eres
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